Por un acto de amor verdadero
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El acto verdadero existe o es un cuento infantil?
Al sentarnos a
pensar si existe la posibilidad de vivir “actos de amor verdadero” puede que
aparezca, desde muy dentro de nuestra mente, una voz obscura y llena de experiencias
pasadas que nos repite constantemente que eso es para cuentos de niños…
induciéndonos inmediatamente a tirarlo todo al tacho “virtual” de nuestra
mente.
¿A dónde van
estos pensamientos? No muy lejos de nosotros, ellos, nuestros pensamientos,
tienen sus propias formas, luego que supuestamente desaparecen de nuestra mente
individual, vuelan como aves sin dueño hacia el espacio… según los ocultistas
son llamados de “formas-pensamiento” que componen el material psíquico de
nuestro planeta, algo así como una inmensa red que baña “nuestra tierra” con
toda clase de ideas, sugerencias, neurosis, obsesiones, manipulaciones,
dolores, belleza, oraciones, deseos, ambiciones y todo lo que la humanidad en
su forma única crea constantemente: todo esto es lo que forma nuestra
Consciencia Común, por así decirlo. Como co-creadores, nos corresponde
cierta responsabilidad, a decir verdad, sepámoslo o no, somos responsables no
sólo por nuestros actos, sino también por nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos, cosa que difícilmente alguien nos lo cuenta así a boca de jarro,
pues pocos son los seres que tomaron este estado de consciencia como para
entender que somos también responsables por todo este material psíquico
“emanado” durante miles de años por toda la humanidad. Resumiendo: Karma
humano.
En fin,
volviendo al cuentos infantiles y haciendo algunos sacrificios para llevar a
los niños-adolescentes que habitan conmigo al cine para ver “una nueva película
infantil” me deparé con varias sincronicidades sorprendentes: Lo que emanamos desde nuestros cuerpos más
densos (físico, emocional, mental, astral) es lo que constantemente recibimos…
entonces como es un poco difícil hacer aquel ejercicio de la auto-observación,
aquello de ver nuestros actos, emociones y pensamientos desde fuera, como un
observador, percibimos que es más fácil observar lo que recibimos desde
nuestra misma vibración, pero emanado hacia nosotros. La ley de la
reciprocidad y la ley del retorno° hace que esto funcione perfectamente, pues
las leyes cósmicas sobre las cuales estamos sujetos (ya que somos parte del
cosmos, no precisamos hacer nada para que esto suceda) nos acompañan
constantemente, seamos conscientes de ello o no.
De pronto, luego
de percibir que el taxista “sapo” prendió el taxímetro antes de siquiera
arrancar el motor, o que la tarifa del cine publicada en la internet no es la
que está vigente en la boletería… uno sólo observa, y pregunta: ¿qué parte de
mí es así? ¿Qué parte de este ser que habito necesita ser curada y entender de
una vez por todas que los patrones ancestrales grabados en mí a través de la
humanidad y por haber encarnado en ella, deben ser curados? Algunos
instructores nos sugieren la inmutabilidad, la imparcialidad frente a todo,
frente a todos, porque en esa vibración neutra-consciente podemos
auto-observarnos y VER EN NOSOTROS LO QUE NO PODEMOS DEJAR DE VER EN LOS OTROS.
Dicen así, que lo que nos incomoda en los
“otros” es exactamente lo que necesitamos cambiar en nosotros.
Del Mickey reloaded al Amor Universal
A veces, me
gustaría poder inventar una fórmula para evitar este inmenso salto quántico que
la humanidad como un todo debe dar,
no muy lejos de donde vivimos hoy
nuestro presente, pero, sería como querer acelerar el acto natural de una flor
inmensa y bella obligándola a abrirse antes de estar lista para ello: sólo
conseguiríamos romperla en pedazos o deformarla.
Sentados frente
a la pantalla del cine, viendo a dos ”personalidades de moda” de la farándula
brasilera intentando de convencernos de asistir el próximo estreno, porque sus
lindas voces están en el doblaje, este fue el primer ejercicio de neutralidad.
No lo pasé, ¿será que necesito ver esto, porque tengo que ver a estos dos, con
sus caras de casi dos metros intentando convencerme de algo que no voy a hacer?
Luego vino el siguiente tráiler: misma cosa… quieta, ejercicio aprobado, en
parte, me dice ese instructor interno que todos
llevamos dentro…
Hasta aquí
pueden pensar que ya quemé algún fusible, vale, como ES válida toda
posibilidad, pero en realidad es una invitación a percibir que vivimos en un
ejercicio constante, cada instante, cada momento es un mini-test nuestro con
nosotros, únicos seres capaces de hacer contacto profundo con nuestra verdadera
esencia; todo puede convertirse en actos
puros de amor consciente para hacerle frente a la vibración emanada por una
gran parte de la humanidad inconsciente que bombardea con sus emisiones
psíquicas toda esta Madre Tierra, y por lo tanto a toda la humanidad. Una mala
copia de sentimientos, actos y pensamientos desvirtuados, descontrolados son
emanados en toneladas métricas, tal cual está sucediendo hoy con nuestro amado
Oceano Pacífico desde el Japón, envenenándolo todo; esa libertad de escoger es
usada sólo para decidir cosas de la vida material, satisfaciendo nuestros
deseos egoístas, sin la aspiración de una vida superior, cuando debería ser
utilizada para aplicarla a nuestra raíz: el ser conscientes de cada instante-momento
de nuestra COMUN existencia.
Tal vez por ese
camino, exista la posibilidad de poder responder a preguntas como de dónde
venimos, a donde vamos, quienes somos… cual es la finalidad de nuestra
existencia?
En fin, apareció
Mickey en blanco y negro, “esto veía cuando era niña” les dije a los chicos,
sin imaginar la vergüenza que pasaría minutos después conmigo misma. A pesar de
parecer divertido, lejos, allá en la memoria, esta vez me pareció
desastrosamente inconsciente, dar a criaturas inocentes este tipo de alimento
visual. El diseño estaba super bien elaborado, tal vez Walt Disney estaría “orgulloso”
o furioso de ver que después de más de 50 años aún siguen queriendo revivir
patrones agresivos de conducta, donde personajes son maltratados, etc, etc.
Mini-test:
pasado raspando! Conseguí mantener la calma, pero percibí que no estaba errada
cuando comencé a observar a los niños que estaban allí conmigo… nadie dio una
carcajada, ni siquiera una leve sonrisa: Mickey al tratar de salvar a Minie,
destroza al gato malvado de manera deshumana y repite las escenas de agresión
una y otra vez, valiéndose de recursos modernos… y bueno, ni siquiera estoy
entrando en el tema de los animales maltratados, la venganza, la competencia
desleal, el engaño… finalmente entendí porque nunca tuve un gato, blop (bromas
aparte :) !!
Cuando comenzó
el coro de la película que iríamos a asistir, Frozen, que fue lo que me
animó a ir al cine cuando vi el tráiler, comencé a respirar aliviada, ok, no
más test. Menudo engaño, el test del día estaba por comenzar. No voy a
aburrirlos contándole mis impresiones sobre la película, porque sería mejor que
la fueran a ver, pero lo que si les voy a decir, es que los patrones que están
queriéndose re-grabar en la humanidad, y una de las formas es el cine infantil,
son mucho más conscientes ahora, comparados con los que fueron proyectados en
el siglo pasado.
En este caso,
hay reinos, princesas, príncipes, animales y piedras que hablan, y también
miedo, rabia y amor. La fórmula no parece nueva, lo que es nuevo es la forma de
verlo y de mostrarlo: Los reinos, somos nosotros mismos, nuestros seres
enteros, con todos sus cuerpos, sus karmas, luces y obscuridades, las
princesas, nuestro lado puro y nuestro lado contaminado, lo que debe ser restituido
y aquello que puede ser curado. Los príncipes, nuestro coraje, la fuerza, el
poder de la entereza para llevar a cabo cosas que parecen imposibles,
irrealizables, como cambiar algo dentro de nosotros o por lo menos mantener la
neutralidad que nos permita el ser cambiados por fuerzas superiores a nosotros.
El “reino humano” se entrelaza harmoniosamente con el “reino animal” y el reino
“mineral” cosa bastante usada en los cuentos infantiles, sólo que aquí las
aguas, las piedras, los vientos, la nieve, los animales acompañan las
experiencias humanas y colaboran en perfecta reverencia por lo “humano”.
Ahora, lo
interesante de esta película, lo vivimos todos los días: el miedo como raíz de
una manipulación inconsciente de nuestro libre arbitrio, el miedo como parte de
la auto-satisfacción de apetitos insaciables, el miedo como alimento de la
envidia, de la rabia hacia el otro sin podernos permitir ver a la luz del día:
que el otro, en realidad, somos nosotros
mismos en otro momento… el miedo de no “sentirnos amados” por no querer
creer que somos seres valiosos, posibles de ser no sólo amados sino también elevados en nuestra esencia superior,
desde nuestra simple experiencia humana como seres divinos… el miedo que por sí
mismo no es gran cosa, engendra la rabia (violencia) que sólo puede y debe ser
curada con actos de Amor Verdadero…
no generados por los “otros” sino por nosotros mismos, sin intereses, sin
condiciones, sin esperar nada, porque emanando así esta vibración que nos eleva
y purifica, vamos curando y siendo curadores de todo lo que hace falta curar.
Final-Final o Final-Inicio?
Pues bien, a
veces, cuando creemos entender una cosa casi por entero, parece que nos
acercamos al final del asunto (como al final de una línea del tren) que ya no
hay nada más para “conocer o saber” porque ya lo “sabemos todo”… nada más lejos
de la verdad y más cerca de recordarme a los muertos vivos de Vallejo, o tal
vez su “sentimiento oceánico de todo”.
Aquí aparece lo
que me gusta llamar de bifurcación: Es donde nuestro libre arbitrio, aún
vigente para alegría de algunos y pesar de otros, debe escoger: si estamos
VIVOS o si seguiremos el camino de los MUERTOS.
Muertos, si,
muertos de miedo por los cambios, por lanzarnos al vacío de lo desconocido, por
dejarnos envolver en la magia de lo eterno que llevamos dentro, muertos de
miedo sino tenemos una casa, un seguro en el carro, un seguro de vida o si no
sabemos cómo será cuando nos estemos viejos, muertos de miedo, ese miedo
verdadero, por resolver nuestras pendencias con nuestra propia existencia, y
por el contrario podríamos estar agradeciendo cada acto, cada forma-pensamiento
que nos es devuelta en forma de karma, enfermedad, sufrimientos, pequeñas
alegrías mundanas, sincronicidades, alertas para poder volver a estar VIVOS.
Es justamente en
esos momentos, cuando aceptamos nuestra humilde y pequeña escuela interior como
un acto de fe en algo superior a nuestra simple existencia, cuando comenzamos a
“crear” una nueva posibilidad para que las cosas cambien y todo sea re-contado,
o mejor dicho RECONECTADO, religado… (es gracioso, el término RELIGIÓN tiene la
misma raíz, pero eso será tema de otro post). Es en ESE MOMENTO, donde la
INMUTABILIDAD y la IMPASIVIDAD tantas veces a prueba, ejercitada en todos esos
mini-test diarios, debe ser UTILIZADA.
En esta historia
“Frozen”,
no hay ningún matrimonio entre príncipes o plebeyos, ni hay reyes absolutos, ni
malvadas con supe-poderes, no hay grandes batallas épicas, ni ejércitos
infinitos más allá del horizontes, casi no hay luchas de espadas, a no ser por
un personaje, que lucha contra una forma-pensamiento creada en la misma
vibración del miedo donde él se encuentra: en el miedo a perder lo que no se ha
cultivado… (jajaja, vaya a ver la película...)
tampoco hay héroes ni heroínas perfectas…
Pero, si hay magia, porque sin ella estaríamos perdidos dentro de los cuentos-metáforas-de-la-existencia. Porque los antiguos patrones rígidos grabados en la consciencia de la humanidad no nos permiten ver aún la magia que pasa frente a nuestras narices todos los días en nuestras simples o complejas vidas. Esto hasta que hayamos evolucionado un poco más, en nuestros sentimientos, pensamientos y actos… y no es por buscar esta “supuesta visión de la magia perdida” que hemos de hacerlo, sino porque estamos sumergidos en este planeta-escuela, donde nuestras alternativas de sobrevivencia están reduciéndose a: “todo puede ser un acto de aprendizaje consciente, un acto de contemplación o un constante acto de Amor Verdadero”
Kaula Lanmou
Juiz de Fora, enero 2014